ANA REGO

Não poder viver senão uma vida

Centro para os Assuntos de Arte e Arquitectura – CAAA | Guimarães
do 13 de setembro a 27 de outubro de 2019
Curador: Vítor Nieves
Dentro do programa do festival Encontros da Imagem

En un primer vistazo a este trabajo, nos transporta rápidamente a una aparente armonía y tranquilidad que Ana consigue desde ese minimalismo que la caracteriza con todo ese blanco que no hace más que impulsar el del propio «cubo blanco» expositivo para sosegarnos en una frágil contemplatividad, truncada cuando empezamos a leer las siguientes capas de este ensayo.

Para la autora este trabajo ha sido casi un camino terapéutico, una construcción imaginaria que vino a sumarse a la gestión emocional y a su visión científica. El proyecto comienza cuando la autora es enfrentada a un acontecimiento familiar traumático: el Accidente Cerebrovascular de su tía. Verla completamente paralizada e incapaz de comunicarse, un cuerpo con una única capacidad de movimiento, el de los ojos, pero con una mente plenamente activa, le hizo cuestionar el concepto de vida y replantear el significado de la muerte. Un periplo de reflexiones sobre cómo los cuerpos y la consciencia participa en el intrincado juego de la vida.

Não poder viver senão uma vida (No poder vivir más que una vida), a pesar de tener esa apariencia del «menos es más» de Van der Rohe, nos habla de conceptos artísticos antiguos (aunque plenamente vigentes) que son una constante en la filosofía: la transitoriedad de la vida y la fugacidad del tiempo. El tempus fugit barroco pero sin el horror vacui del S. XVI.

Quizás ese vaciado de elementos visuales en su imagen tenga que ver con la extrema sensibilidad que tiene para presentarnos una historia de dolor, de gran peso emotivo pero (también) desde el conocimiento científico, lo que justifica la creación de imágenes con cierta obsesión por la composición y la armonía. Así, vemos claramente cómo la autora tiene superado el debate de antaño recurrente en la fotografía por el que se confrontaba la ética y la estética, ¿hasta que punto licitamos imágenes que nos hablan de dolor a través de la estética?

Ana Rego logra crear un entorno orgánico envolvente para el que se sirve de materia natural. Cuerpo, madera. Naturalezas muertas y naturalezas que quieren vivir. Texturas que constantemente nos hablan de caducidad son rápidamente contrastadas con imágenes más vívidas. Cuerpos que se derrumban conviven con miradas inenarrables. Árboles secos se funden y confunden con sistemas nerviosos, en una red armónica en la que todo encaja y se conecta. Es como si trajese ante nuestros ojos una constelación de objetos y cuerpos, de miradas y emociones, de manchas que son cerebros o músculos ya en desuso. Una magistral mezcla entre imágenes tomadas con su cámara e imágenes producidas por máquinas hospitalarias de las que se apropia.

Vítor Nieves. Comisario de la exposición.